Países Bajos: Crónica del desalojo de la okupa Ubica

Ubica-UtrechtUtrecht, Holanda: 24 de mayo de 2013, en la noche…

De repente, llegaron furiosxs; eran diez, tal vez, quince; con ropa negra, encapuchadxs; llevaban un extintor, una escalera, pintura y algunas llantas; y gasolina. El gran acto final para el drama triste de la caída de Ubica, ya había comenzado.

Las tensión se mantuvo hasta las once. Nadie sabía lo que iba a pasar. Parecía una noche de viernes cualquiera para los amantes de la cerveza en la plaza de Ganzenmarkt; otra semana de trabajo, otra noche de consumo; nada de qué preocuparse, mañana será un día como cualquier otro. Aún así, tres visitantes sabían mejor; se enteraron de que lxs ocupantes no iban a renunciar sin más a su casa después de 21 años. «No, sin luchar», anunciaron en Indymedia. Por supuesto, no se indicó cuando, lo que implicaba tener paciencia y seguir esperando. Una cosa era cierta: el edificio del ayuntamiento pronto no tendría el mismo aspecto.

Si en ese momento hubieras entrado a pedir una cerveza, te hubieras perdido el espectáculo. Tan pronto como lxs «tipxs a lo ninja» –así lxs describieron luego en los medios- salieron, desaparecieron de nuevo. De pronto, el ayuntamiento estaba de color azul y la plaza en llamas.

Era claramente una acción bien coordinada. El grupo sabía exactamente qué hacía. Una persona destrozó el ayuntamiento con pintura azul y luego dio un buen golpe a la ventana con el extintor. Mientras tanto, alguien pintó una cámara de seguridad. Y, justo en frente de Ubica, se incendió una barricada de neumáticos. En medio del humo negro de las llantas, que se extendió por toda la plaza, las personas vestidas de negro desaparecieron. En la azotea de Ubica también aparecieron personas encapuchadas; se desplegó una pancarta por la ventana : «¿Vloet arruinará Ubica otra vez?» (Vloet es el dueño de la casa y un especulador notorio de Utrecht.) Y desde el techo: «PUES, ¡QUE VENGA!»

La gente que se encontraba allí, al principio se quedó apática mirando lo que pasaba; pero una vez que los neumáticos empezaron a crepitar, se despertaron. Mientras tanto, la gente en la azotea lanzó fuegos artificiales ¡Un espectáculo gratuito el fin de semana! No se lo esperaban; adornaron el espectáculo en sí, con una cascada de prejuicios: ¡Hippies! ¡Especuladores! ¡Recibe-ayudas! ¡No hacen nada en toda la semana! Lamentablemente, no se dieron cuenta de que presenciaban un momento histórico; la resistencia violenta contra el Capital, ¿quién hubiera siquiera soñado esto en 2013, en los Países Bajos?

La policía no llegó durante mucho tiempo. Los dos primeros pacos llegaron en estado de pánico. Bloquearon tres veces una de las entradas a la plaza. Se olvidaron -o no se atrevieron a venir- del otro lado. Aquellos que ocupaban la azotea tenían bastantes bombas de pintura listas para cubrir toda la plaza.

La policía dio por megáfono la orden a los turistas desastrosos de abandonar la plaza; esto no fue obedecido. Sólo cuando la plaza fue atacada con pintura desde Ubica, se vació inmediatamente. Un cohete pesado fue lanzado en la plaza, dirigido al coche de la policía estacionado en frente del ayuntamiento.

De repente, los pacos estaban por todas partes; policías secretas, caballos, antidisturbios, policías comunes y hasta los munipas y un helicóptero fueron desplegados. A partir de ese momento, nadie podía salir o entrar en la plaza. La gente que vivía justo al lado de Ubica tuvo mala suerte. Tenían que esperar a que termine el desalojo para volver a sus casas. La evacuación duró dieciséis horas.

El shock inicial en las terrazas de los cafés había pasado; fuera pasaban pocas cosas. El fuego en la plaza se extendió a un contenedor de basura cercano. La gente en la azotea había pintado bien la plaza y lanzó ocasionalmente petardos fuertes. La yunta esperaba, lxs residentes estaban en su casa, atrincheradxs de todas las formas posibles y encadenadxs a la casa.

Los policías antidisturbios encontraron una entrada a un lado y subieron por una ventana con una escalera. No está claro qué fue exactamente lo que hicieron allá; sin embargo, se podría escuchar. Los pocos que regresaron, no parecían policías antidisturbios: estaban completamente cubiertos de pintura.

Fue sólo a las 15:00 del día siguiente (25/5) que el último okupa fue retirado de la casa. Debe haber sido una noche agotadora, pero el plan fue exitoso. No esperar indiferentes a ser arrastradxs fuera de su casa, no esperar al desalojo anunciado, sino ir al ataque frontal y hacérselo lo más difícil posible a los pacos para llevar a cabo el desalojo.

Es triste que, después de 21 años, Ubica vuelva a manos de Vloet. Pero si eso era inevitable, por lo menos, pasó tras una resistencia fuerte. Y, a pesar de todo, lo han conseguido. Lxs okupas tomaron las riendas del asunto y mostraron resistencia digna contra las políticas de vivienda corruptas.

ubica-flyer¡La okupación continúa!

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